¿Se acuerdan cuando salimos a la calle, hace unos años, en defensa de la educación pública? ¿Cuándo nos había indignado mucho la frase “caen la escuela pública? Y dijimos con orgullo: yo caí en la educación pública. Llenamos las calles, como tantas otras veces en nuestra historia, como lo hicimos y lo hicieron muchas generaciones a modo de expresión colectiva para decir “acá no, con esto, no”.
Los fondos originados por las asignaciones específicas son fondos públicos que sostienen a la cultura. En el caso del cine, nos da la posibilidad de que exista de forma autónoma nuestro Instituto de Cine y eso permite elaborar políticas públicas a largo plazo que lo protejan, que lo hagan crecer, expandirse. Es algo que va más allá de nuestras propias experiencias, aunque las incluye.
Muches de nosotres hemos podido desarrollar nuestra profesión gracias a la existencia de estos fondos públicos, ya sea porque hemos estudiado (o lo estamos haciendo) en las escuelas que dependen del INCAA, o porque estamos trabajando en las películas que se producen gracias a los mismos fondos. O porque nos hemos formado mirando películas, los fondos públicos también están destinados al desarrollo de la exhibición y de la conservación de las películas de la historia, de nuestro país y de otras latitudes.
Lo que está en riesgo, es mucho. Ni 5 ni 50 años es una medida de tiempo, no hay un tiempo de vigencia para nuestro derecho al acceso a la salud, a la educación, al trabajo, a una vivienda digna, a la cultura. Lo que está en riesgo va más allá de que podamos hacer nuestras propias películas. Está en riesgo la capacidad del Estado de tener sus propias políticas públicas hacia la cultura. Están en riesgo los recursos para sostener y fomentar un derecho.
Quizás, quienes somos parte activa de esta actividad, no creemos que esto pueda suceder. Confiamos en los finales felices, esos con los que hemos crecido. No podemos, en el fondo, comprender que esto puede ser real. Que el fin del cine está cerca. El cine como lo conocemos, como lo añoramos y como lo proyectamos hacia el futuro.
Tenemos que seguir la pelea, les invitamos a eso. A decirle no, a poner un límite al avance de las derechas que legislan en contra de su pueblo, que buscan recortar nuestros derechos. Les invitamos a salir una vez más a la calle, para pelear por lo público porque no podemos dejarnos a la deriva de lo que el mercado quiera para nuestra cultura. No podemos permitir que la única posibilidad sea expresarnos y mirarnos a través de las plataformas, tan lejos de nosotres, tan lejos de les otres.
Nos queda poco tiempo. Demos esta pelea. La cultura no puede caducar.
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